sábado, 12 de diciembre de 2015

Las 3 leyes de Mendel

Las 3 leyes de Mendel. Iniciación al conocimiento sobre la herencia de los caracteres mendelianos.

            Dentro del genoma de los seres vivos existen una serie de caracteres que no se ven influenciados por agentes externos ni condicionados a la existencia o no de otros genes, son los llamados genes mendelianos, genes con herencia mendeliana o caracteres mendelianos. Se denominan así porque su transmisión a la descendencia se rige por un modelo matemático planteado por Mendel en el siglo XIX.
Mendel elaboró tres leyes que explican su tipo de herencia en los seres vivos

Primera ley: Cuando se cruzan dos individuos de raza pura, la descendencia resultante es toda igual e híbrida.
AA x aa  Generación parental (P)

Aa Primera generación filial (F1)


-       Segunda ley: Cuando se cruzan dos individuos híbridos, obtenidos de dos parentales raza pura, los caracteres se reparten al azar entre la descendencia y aparecen de nuevo los mismos caracteres que tenía la primera generación parental en proporción 3:1
                                                   Aa x Aa

AA (1/4), Aa (1/2) y aa (1/4)  2ª Generación filial (F2)



Tercera ley: En el cruce de dos plantas híbridas para dos o más caracteres independientes, éstos se reparten al azar entre la descendencia y de manera también independiente uno de otro.

AaBb x AaBb
AABB (1/16), AaBB (1/8), AaBb (1/4), AABb (1/8)
AAbb (1/16), Aabb (1/8)
aaBB (1/16), aaBb (1/8)
aabb (1/16)



Pablo de la Torre
¿Quién fue Mendel?


Gregor Mendel es considerado el padre de la genética. Sin tener conocimientos sobre los genes ni alelos estableció un modelo matemático de transmisión de la herencia que culminó con la promulgación de sus tres leyes básicas.
Nació en 1822 en Heizendorf, en la actual República Checa, pero que por aquel entonces pertenecía al Imperio Austríaco. Adquirió amplios conocimientos de jardinería aprendiendo de su padre y cursó estudios científicos que le llevaron a ostentar diversos cargos en instituciones científicas de su país como miembro de la Imperial y Real Orden Austriaca del emperador Francisco José I, fundador de la Asociación Meteorológica Austriaca, miembro de la Real e Imperial Sociedad Morava y Silesia para la Mejora de la Agricultura, entre otros.
En 1843 ingresa como monje en el convento agustino de Santo Tomás de Brno donde desarrolló sus trabajos sobre herencia de caracteres al trabajar en el huerto con variedades de guisantes (Pisum sativum) y aunque los hermanos del convento acabaron un poco hartos de comer tantos guisantes y tan variados a él le sirvieron para realizar una obra científica, “Experimentos sobre hibridación de plantas” que presentó en 1865 en la Sociedad de Historia Natural de Brünn (Brno). No se puede decir que tuviera un éxito clamoroso, más bien su obra cayó en el olvido y no fue tenida en cuenta hasta 1900, más de 30 años después, cuando ya había fallecido. Este fatídico hecho ocurrió cuando era abad del convento, el día 6 de enero de 1884 debido a una insuficiencia renal causada por una nefritis crónica.

Pablo de la Torre.

Fuente de la imagen: Wikipedia Commons bajo Dominio Público.

Obra colocada bajo licencia GNU Free Documentation License

viernes, 11 de diciembre de 2015

Biocombustibles: ¿Pan para hoy, hambre para mañana?

BIOCOMBUSTIBLES: ¿PAN PARA HOY, HAMBRE PARA MAÑANA?

La cumbre de París se puede cerrar con un acuerdo histórico vinculante. Una de las apuestas para la reducción de CO2 estaba en el uso de biocombustibles, pero estos tienen riesgos: la deforestación, el abandono de cultivos tradicionales y el hambre.

Cuando el pasado día 30 de noviembre de 2015 se iniciaba la cumbre sobre el Clima de París para evitar la progresión del cambio climático, las esperanzas de todo el mundo estaban abiertas, confiadas en que los mandatarios de las distintas naciones harían algo al respecto. La decepción ha llegado con el fin de esta cumbre, los países más contaminantes no se han comprometido a una reducción significativa y los que están en vías de desarrollo exigen su derecho a crecer, aunque para ello tengan que contaminar.

La base del conflicto se encuentra en la materia prima utilizada en la obtención de energía, los combustibles fósiles, altamente contaminantes y no renovables. La solución inicial a este problema se encontró en los denominados biocombustibles, renovables e inicialmente menos contaminantes.

Los biocombustibles son un tipo de combustibles derivados de materia orgánica proveniente de numerosas especies vegetales. Sus orígenes están hace más de cien años, cuando Rudolf Diesel diseñó su motor, que inicialmente funcionaba con aceite vegetal y con Henry Ford, cuyo famoso modelo Ford-T funcionaba inicialmente con etanol. La aparición del petróleo y sus derivados, que en aquel tiempo eran muy baratos, desplazó el uso de biocombustibles por los derivados del “oro negro”, gasolina y gasóleo. No se volvió a plantear el uso de fuentes renovables hasta las primeras crisis petrolíferas en los años 70 del siglo XX, donde, por fin, los países industrializados parecieron darse cuenta de lo efímero que sería el petróleo y la alta contaminación producida. Se desarrollaron combustibles con mezcla de gasoil y aceites vegetales denominados biodiésel, afloraron los cultivos de la caña de azúcar para la obtención de etanol, sobre todo en Cuba, donde el embargo estadounidense y la disolución de la antigua Unión Soviética habían dejado al país sin fuentes de energía.

El uso de biocombustibles, aparte de ser una fuente renovable, se considera una fuente de energía menos contaminante que las fuentes fósiles ya que, aunque producen CO2 , también lo absorben de la atmósfera durante la fotosíntesis, aunque el balance siempre es negativo para el medio ambiente.

Los biocombustibles se dividen en dos categorías según su origen:
-De primera generación: Son aquellos que se obtienen de cultivos específicos que posteriormente son tratados para la obtención del combustible, son por ejemplo el alcohol obtenido de la caña de azúcar (Saccharum  officinarum) o el aceite que se extrae de la palma (Elaeis guineensis).
-De segunda generación: Se obtienen después de un proceso tecnológico de restos de biomasa o de cultivos que no ocupan zonas agrícolas, son por ejemplo los combustibles a partir de plantas salvajes, de huesos de aceituna o de ramas resultantes de una poda.
El mayor productor de etanol como biocombustible  es Brasil, con un 53 % de la producción mundial, para ello se destina una enorme superficie (unos 6 millones de hectáreas) de su territorio a la plantación de la caña de azúcar, invadiendo territorio de la selva en la zona del Cerrado, que incluso ocupan terrenos inicialmente catalogados como protegidos por el gobierno brasileño. Este monocultivo hace que los cultivos para la obtención de agrocombustibles tengan un efecto negativo en los tradicionales, utilizados para la alimentación humana ya que los agricultores ven en ellos una forma rápida de enriquecerse.

El problema no se presenta sólo en Sudamérica, donde Colombia trata de aumentar su producción de caña de azúcar, sino en otros continentes como África, en esta ocasión con otro cultivo, la llamada “jatrofa” (Jatropha curcas), una planta no utilizada para la alimentación pero sí para la extracción de aceites que se utilizan como biocombustible. Numerosas asociaciones  y organizaciones no gubernamentales han denunciado la adquisición de grandes superficies de terreno por parte de multinacionales dedicadas a la obtención de agrocombustibles en países como Ghana o India, reduciendo considerablemente la superficie de cultivo tradicional con fines alimentarios.

La falta de terrenos hace que los alimentos sean escasos y caros. La población de estas zonas no tiene el poder adquisitivo suficiente para adquirirlos y surgen los primeros problemas de hambruna.

Se podría pensar que los agricultores sí son capaces de adquirir alimentos, pero aparece otro problema, el gran número de superficie cultivada para biocombustible hace que exista mucha oferta de materia prima en los mercados por lo que los precios de origen caen y los productores no ganan tanto dinero como pensaban. Muchos regresan a los cultivos tradicionales y se encuentran con unas tierras empobrecidas que no dan el rendimiento esperado.

A los problemas anteriormente mencionados está la intención de algunos países, entre ellos los pertenecientes a la Unión Europea, de abandonar la vía de los biocombustibles como solución para disminuir las emisiones de CO2 ya que las perspectivas no se han cumplido, esto hundiría algunas de las economías que se basan en esas producciones. Otra opción manejada por las autoridades europeas es la de exigir certificaciones sobre los combustibles adquiridos, de manera que estos tengan un origen que no perjudique a las poblaciones indígenas ni a territorios salvajes que pudieran verse destruidos. Esta opción se hace inviable en muchos países productores, que han basado su expansión en la destrucción de los ecosistemas.

El fracaso de la cumbre de Copenhague ha puesto en evidencia que los países pobre sólo crecerán si los ricos les dejan, si no siguen aprovechándose de ellos absorbiendo todos sus recursos hasta dejarlos yermos. A los países industrializados les interesa poco el hambre que pueda pasar un habitante de Ghana porque no tenga alimentos, siempre que ellos puedan seguir utilizando sus vehículos. Los biocombustibles son una solución para la sustitución de los combustibles fósiles, pero no pueden servir para hundir las poblaciones pobres. Los países industrializados deberían haber puesto metas y límites desde un principio, regulando la producción de estos cultivos para no llegar a la situación que se está produciendo, donde no sólo no estamos salvando el medio ambiente sino que lo estamos destruyendo más. Debemos desarrollar más los biocombustibles de segunda generación a partir de desechos, impulsar la pequeña producción en las zonas rurales de los países desarrollados y así evitar la masiva importación de agrocombustibles.


                                                           Pablo de la Torre López-Reina